La escalofriante cifra de homicidios perpetrados en Zacatecas, que prácticamente se acerca a los 300 registrados por las instancias de seguridad pública nacional en este primer semestre, es rebasada sólo por la creciente violencia con la que son cometidos.
Asesinatos perpetrados sin importar si las víctimas son hombres, mujeres o menores de edad, y sin que la autoridad estatal sea capaz de contener esta ola sangrienta que a su paso deja miedo, zozobra, y, que además, arrasa con la paz de cientos de familias.
Las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) señalan oficialmente que, de enero a mayo de este año, se abrieron 241 carpetas de investigación por el delito de homicidio doloso en la entidad, mientras que registros periodísticos indican que, durante junio que apenas terminó, se habrían cometido por lo menos otros 45, para llegar a un total de 286 muertes violentas que, comparadas con las 285 del primer semestre de 2018, nos demuestran que la violencia continúa en los mismos niveles.
Por el momento, marzo y mayo permanecen como los meses más violentos, al contabilizarse 57 muertes dolosas en cada uno de ellos, seguidos de enero con 46, junio con 45, abril 42 y febrero 39 de estos delitos. En promedio, hay 1.6 homicidios dolosos cada día.
Cabe señalar que si a estas cifras se suman también las de los homicidios culposos (aquellos en los que no hubo intención de causar la muerte de una persona), nuestra entidad registra un primer semestre con 361 muertes violentas.
Con esta cifra, podríamos hablar entonces de al menos dos muertes violentas, diariamente, de las que cerca de 75 por ciento ocurrieron con el uso de armas de fuego, incluso en los homicidios culposos.
Sin embargo, más allá de las frías cifras de muertes, lo que continúa impactando aún más a la sociedad es el grado de violencia con el que son cometidos, y cada vez en zonas urbanas más populosas, ya no sólo en áreas rurales deshabitadas.
Así, por ejemplo, destaca que en junio se registraron por lo menos dos posibles feminicidios, uno en Juan Aldama y otro en Plateros, donde mujeres fueron ejecutadas y expuestas públicamente, con sendos narcomensajes; o la aparición de tres cuerpos desmembrados en la entrada de Trancoso, en dos días distintos, así como otros dos cuerpos en las mismas circunstancias en Martínez Domínguez, muy cerca de una concurrida cancha de futbol.
Quedan también en la memoria colectiva los diversos ataques realizados en la llamada “zona de tolerancia” de Guadalupe, donde el 21 de junio, por la mañana, se hablaba del incendio de un conocido establecimiento para adultos, y por la noche se registraba muy cerca de ahí, un ataque armado que dejó al menos cinco personas muertas, cuando un comando abrió fuego en el interior de un establecimiento de venta de cervezas.
Continúa también el hallazgo de osamentas en varios municipios; hombres, principalmente jóvenes, asesinados mientras caminaban, o iban a bordo de una bicicleta o motocicleta, o mientras descansaban en un vehículo estacionado. En prácticamente todos los casos, se habla siempre de asesinos solitarios o en pareja, que luego de quitar la vida a sus víctimas, logran huir sin que hayan sido detenidos… nunca.
Acaso la única noticia positiva, ocurrida precisamente el 25 de junio, fue la detención del presunto asesino de la estudiante de Derecho Nayeli Noemí, muerta el pasado 10 de abril en los pasillos de su propia escuela, en la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (BUAZ).
Al día siguiente de su captura, el hombre (cuya identidad no se reveló) fue vinculado a proceso. Sin embargo, de la muerte de Marcos “N”, ocurrida el mismo día en Derecho de la BUAZ, los familiares aún esperan una respuesta.